dilluns, 8 de setembre del 2008

Sopla una ligera brisa. La brisa cruza el bosque y hace temblar las hojas de los árboles, aquí y allá, a mi alrededor. El anónimo susurro que produce deja ondas en la piel de mi corazón, como las dejaría el viento en la superfície de una duna. Apoyo una mano en el tronco de un árbol y cierro los ojos. Esta impronta del viento parece un signo. Pero yo aún no puedo descifrar su significado. Para mí es como un idioma extranjero que desconozco totalmente. Resignado, abro los ojos, vuelo a contemplar este mundo nuevo que se abre ante mí. En mitad de la pendiente siento que la impronta del viento que se encuentra en mi interior se está desplazando. De manera simultánea, los signos se recomponen, las metáforas se transforman. Tengo la sensación de que me voy alejando de mí mismo, de que floto. Soy una mariposa que aletea en el borde del mundo. Más allá de la linde del mundo se encuentra un espacio donde el vacío y la sustancia se superponen a la perfección. Donde el pasado y el futuro forman un círculo continuo y sin límite. Por allí vagan los signos que nadie ha leído, los acordes que nadie ha escuchado jamás.
Acompaso mi respiración. Mi corazón todavía no ha acabado de adoptar una única forma. Pero ya no tengo miedo.

2 comentaris:

Desdelaraspa ha dit...

Es realmente admirable tu afán por entender el todo, tus ganas de descifrar cada uno de los códigos de la vida y tu rotunda negación a la incertidumbre.

Ahora que ya no tienes miedo,y que sientes al viento, déjate llevar.

Un abrazo.
L'aura.

didac ha dit...

miedo del miedo .....muy bueno gradu
nos vemos pronto muakkkk